A pesar del silencio que son obligados a guardar, los menores de edad pueden mostrar señales del sufrimiento que atraviesan o han enfrentado. Como adultos, es importante actuar en caso de que presenten:


Estados depresivos.


Manifestaciones de deseo de muerte, pudiendo llegar a la tentativa de suicidio.


Retrocesos en el lenguaje y en el comportamiento.
Trastorno del sueño (terror nocturno, sueño agitado, insomnio o somnolencia excesiva).


Notable disminución en el rendimiento escolar.
Erotización de las relaciones de afecto, ajenas a su fase de desarrollo.


Sociópatas (conductas antisociales, trastornos de conducta o práctica de infracciones), entre otras.


Lesiones en zonas genitales, además de moretones en otras partes del cuerpo, sangrado y dolor (Amaro, 2015).